martes, 24 de octubre de 2023

Homenaje a La Jimena de Coín


Conferencia de la escritora Mercedes Sophía Ramos
Homenaje a la Jimena
Coín (Málaga)


                                   LA JIMENA

Por Mercedes Sophía Ramos, escritora Grupo ALAS

 

 

 

 

De La Jimena de Coín se han mencionado algunos capítulos de interés, existen publicaciones sobre ella que denotan extraordinariamente su gran personalidad, en esos registros se intuye la naturaleza indiscutible de esta artista, desde su posición vagamente visible se  instruyó a sí misma dentro de la más certera disidencia, en ese desconcierto se reafirma en su absoluta convicción de ser cantaora, son los oriundos del lugar y su memoria individual los que hacen referencia exhaustiva de la vida de esta cantante. 

Fuensanta Jiménez González, nació en Coín en el año 1911, sus padres tuvieron once hijos y todos ellos se dedicaban a las tareas del campo, la familia vivía en el cortijo Benítez en un ambiente humilde y distendido, las faenas del campo ocupaban la mayor parte de su tiempo.

 En los años veinte del pasado siglo, la libertad para las mujeres estaba condenada por la ignorancia más tangible, entonces, casi ninguna mujer era consciente de su existencia y mucho menos de su práctica unipersonal, el patriarcado seguía instalando sus imbatibles columnas ante una sociedad que potenciaba la indefensión total de las mujeres, en esas deplorables condiciones La Jimena construyó su propio universo, su fortaleza adelantada a los tiempos y su constante afán por el arte marcó su incuestionable destino.

La Jimena concilió un compromiso ineludible con su vocación de cantante, nada le detuvo y nadie eludió su don natural para interpretar palos del flamenco sin haber recibido estudios previos, su autoaprendizaje sin displicencia fue su máxima herramienta en toda su carrera, además, su impronta le permitía bucear e innovar nuevos ritmos dentro de la disciplina rigurosa de los más puros cantes.

Otras de sus muchas cualidades, se anunciaban en sus composiciones y letrillas inéditas, son muchas las que se le atribuyen a esta incansable enamorada de la copla, entre ellas, una de sus seguiriyas que decía así:

 

 

          Coín de mi vida

no quiero perderte

          antes que eso pase

prefiero la m…

          Yo quiero llevarte

          en el fondo mi alma

y que me persigas

para así quererte…

    

     Entre cosechas de limones y naranjas La Jimena se marcaba cantes de libre inspiración, algunos inventados con propia letra y otros eran  éxitos consagrados del momento, parece seguro que el poco renombre de La Jimena responde más a su condición de ser mujer que a su propia valía como cantante, en esos años no estaba bien visto que una mujer se decantara por el arte y menos aún por la canción flamenca, esa exposición para la época era sospechosa por apuntar a ser cabeza ligera o fácil para menesteres poco recomendables.

Así que por esa sinrazón y por otras mucho más inadmisibles, La Jimena solo cantaba en bodas y bautizos, algunas veces, amenizaba en coros y danzas y poco más, de ahí su poca fama con respecto a los varones cantantes del momento, la desigualdad se patentaba con mayúsculas y de la manera más natural.

Con todas esas barreras insalvables y a pesar de ellas, cuando cantaba retumbaba su voz potente y clara, su eco rítmico recorría veloz entre el río para subirse a las montañas más altas del lugar, su afición por cantar le proporcionaba una espontaneidad singular para afinarse en una de sus tonada a la mínima ocasión, ella cada día asentaba más su inspiración de cantante, el hecho de tener a su padre en total disconformidad con su arte, nunca le mermó en su empeño por continuar, para ella  actuar en público era su mayor felicidad, en los días grandes de Coín La Jimena se arrancaba sin más interés que la de obtener la ovación general de sus paisanos.

  Los teatros del momento los frecuentaban los hombres e incluso dicen que en algunas ocasiones no se les permitía la entrada a mujeres, por tanto, entre bambalinas y toldos se apreciaba un público mayoritariamente masculino, por suerte, esa costumbre medieval se fue igualando en décadas posteriores. Las mujeres artistas para consagrarse como tales debían partir a países extranjeros bastante más modernizados, la desigualdad en el número de ellas con respecto al hombre era aplastante. Esa diferencia se hace patente en La Jimena, las mínimas referencias y la insuficiente polarización que dejó su trayectoria determinan sobradamente el perfil anquilosado de la sociedad de aquellos años.

Así y con tantos y descomunales impedimentos persistía su talento, dentro de su estrecho círculo insistía el caudal de su espléndida voz y también el arrojo de su personalidad, ella dejaba convencidos a los entendidos que tuvieron la oportunidad de disfrutar de su arte y del flamenco especial que interpretaba, cantes hondos, saetas y letras acordes con labranzas y estampas del momento que lucía entregada y segura. En ferias de la localidad y días de fiesta señalados los campesinos se reunían en el campo, a la usanza tradicional de sopas en lebrillo y abundante festejo saltaban las primeras voces cantoras, entre ellas, la que pudo ser una gran figura si hubiese nacido unas décadas después al tiempo arcaico en que le tocó vivir.

Finalmente, La Jimena pudo alcanzar uno de sus principales sueños, esa vivencia la pudo lograr cuando en el año 1962 actuó en el Teatro Cervantes de Málaga, ese día demostró su talento ante la presencia de un público que llenaba totalmente el recinto, su espontaneidad enlazó con su gran habilidad artística, ella decidió instintivamente prescindir del micrófono y cantar a viva voz, la seguridad que irradiaba en sus cantos propició una aclamación general entre los asistentes que colmaban el teatro. Ese día pudo saborear la gloria más merecida, de alguna manera, se había consagrado oficialmente como una de las voces femeninas más punteras del momento, especialmente en las muchas disciplinas que abarca el cante flamenco es necesario ganarse el respeto, no solo del público sino de la esencia que lo compone, La Jimena cumplió todos los requisitos para ser recordada como digna embajadora de su arte.

Después de los años el pensamiento se detiene en Fuensanta Jiménez González, su ingenio empezó a destacar con tan sólo nueve años de edad, vivió toda su vida para entregarse a su afición en el marco de sus limitaciones. En sus notas flamencas La Jimena elaboró la sencillez de ser autodidacta, al mismo tiempo, ofreció calidad y maestría al cante flamenco.

Es indispensable recalcar que esta mujer que nos dejó en el año 2005, supo sobradamente plasmar su imagen en un ámbito de absoluta libertad, su invencible voluntad le permitió encumbrar su independencia con pleno derecho. Probablemente sin ella saberlo, siguió los pasos de Simone de Beauvoir, ella decía: “Que nada nos limite, que nada nos defina, que nada nos sujete, que la libertad sea nuestra propia sustancia”.

 A LA JIMENA

 

 

Yo no puedo cantar como un jilguero

estoy encerrá sin causa

qué pena no haber sio hombre

pa no estar en esta jaula.

 

Como un pájaro perdió

soy mujer a mucho orgullo

y tengo el arma partía

como una flor retorcía.

 

Mi padre no quiere ver

que si no canto me arrugo

me desespero en la tierra

como una rosa caía.

 

Él no se ve arrepentío

no me mira ni me habla

solo canto a los naranjos

como una presa escondía.

 

Yo quiero cantarle al mundo

pa que tos me reconozcan

y me aplaudan y me admiren

como estrella renacía.

 

Soy flamenca de tronío

eso yo no lo elegí

me vino solo y temprano

como una rosa de abril.

 

Si este río hablara

de mis sentías letrillas

que me abordan y me nacen

sin yo pensarlas siquiera.

 

Sin apenas darme cuenta

el lucero me abrazó

Coín pudo ser testigo

de mi arte y de mi voz.

 

Ojalá algún día me recuerden

que me nombren y me añoren

por todos los rinconcitos

de este pueblo tan bonito.

 

Coín ha estao presente

de toas estas cosas que digo

yo quiero que me persigas

como una estrella que brilla.

 

Coín de mi vida tú nunca me olvides

antes que eso pase prefiero la…

yo quiero llevarte en el fondo mi arma

cantarte por siempre y nunca perderte.

                                                                         © Mercedes Sophía Ramos


   

Páginas del libro Coín en la Memoria de Sebastián Gámez Santos y María Enríquez Carabantes, donde se habla de La Jimena.

No hay comentarios: